Según la mitología griega, el mítico Procusto, un posadero bandido de Ática, vivía en un refugio en las colinas a las afueras de Eleusis, en la cual alojaba a viajeros. Procusto les ofrecía una cama y le ataba a ella. Si el invitado que se acostaba sobre ella era más largo que la cama, Procusto procedía a serrarle las piernas. Si por el contrario era más bajo, le alargaba mediante un potro las piernas hasta que coincidesen con la cama. Nadie coincidiría con el tamaño de la cama porque esta era secretamente ajustable. Procusto continuó con sus prácticas hasta que fue capturado por Teseo, que le aplicó su propia medicina, ajustándolo a la cama mediante la cercenación de la cabeza y de los pies.
De Wikipedia.
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